viernes, 13 de noviembre de 2020

Antiperiodismo de la semana

Un periodismo mascota del poder es la negación absoluta de la misión ética y estética de un servicio esencial en verdadera democracia para todos.


Plumas y voces ideologizadas y subordinadas, no serán creíbles donde no hay engaño.  

Hizo todo lo que no es debido en el servicio público de rotunda exigencia ética, el periodismo, perfidia que al final le valió prevalecer y quedarse con todo en el consentimiento del poder para someter. Su devoción manifiesta de fidelidad con la alianza ideológica negocios y política, le confirió la confianza rotunda y consentida del único amo que no puede permitirse el periodismo leal, el bolsillo. Periodismo ético se subordina única y exclusivamente al derecho a la información de la sociedad, los ciudadanos, sin exclusión y en igualdad para todos. Según periodistas con ínfulas de celebridad espectáculo, esa visión es anacrónica y pierde ante el pragmatismo de la ley económica del mercado.  

Un cliché sentenció desde final del siglo pasado, que los políticos corrompieron a los narcotraficantes y por esa vía como sociedad llegamos donde vamos. Pasó lo peor, la sal se dañó, los políticos hicieron la jugada, coptaron medios y periodistas mascotas del poder cuya única fe es éxito y monedas, para crear el nuevo paradigma único en una franja grande de los nuevos y otros tantos de los menos viejos, según el cual periodismo es besar y lamer la mano del poder.

El gobierno en la parroquia con sus mieles convirtió a periodistas, algunos siempre, en rabiosos censores de periodistas libres. “No se muerde la mano que da comida” dijo el censor periodista premiado en su fidelidad con contrato más jugoso en la casa de gobierno para sufrimiento de sus detractores. La nueva versión del periodismo mascota premia faltas a la ética y perfidia con la profesión. Los leales al poder feudal son recompensados.

Muy hondo calado hay en las cargas de profundidad lanzadas con el revolcón al periodismo de industria mediática, que se desprenden de los hechos de la semana en la revista con la marca más potente en su género dentro del espectro de la información pública negocio. En ese conglomerado editorial hubo algún balanceo constante entre periodismo y negocio durante los 38 años de su época dorada. Fue posible tener acceso a periodismo de primer nivel y contraste, en análisis y opinión sobre las entrañas del poder, sin desentrañarlo todo pues la institucionalidad no lo acepta.  

Ahora el lucro a ultranza plantea una inversión desbalanceada en la prioridad, monetizar mediante un periodismo obediente al proyecto ideologizante de la alianza que se tomó el medio. Lo predecible es un periodismo entretención efectista, sensacionalista, amarillo, mascota del poder en coherencia con la línea que desplazó todo el soporte de credibilidad que tuvo el medio que emprende una nueva realidad con solo el aviso como activo real en reputación.  La línea es marcada por la alianza entre banqueros y políticos que controlan hoy el Estado y lo público, para prosperar en sus estrategias de negocio, desde un pensamiento feudal, de nicho para los supuestos dueños del poder público, que no tolera voces ni plumas contestatarias que signifiquen contrapoder, esencia del periodismo de criterio con peso ético.

La discusión de fondo no es una empresa mediática por influyente que sea su marca, la raíz del iceberg es el desafío del periodismo esencial que no va a desaparecer y por el contrario tiene que potenciar su función en una sociedad que no puede retroceder al embrutecimiento total del fanatismo entretenimiento.

Hay diversidad y tendencias con puntos de vista distintos de periodistas pragmáticos, algunos apóstoles del poder, posturas que dan por hecho que el periodismo leal, ético, es idealismo romántico de soñadores viejos periodistas de salida que serán reemplazados por ese nuevo chip centenial de los likes, hashtags o etiquetas, todo digital, emociones y escándalos sin memoria que son tapados al minuto siguiente para mover la registradora del lucro salvaje. Con las pandemias de populismo, infodemia e ideologías supremacistas antidemocráticas que invocan estados de opinión, llegó un anti periodismo moda en la ruta del éxito consumista, para lo esencial en la economía de mercado, ganancias. Estados Unidos acaba de sacudirse del embrutecimiento anti democrático y anti periodístico, cuyo ojo del huracán está en su mayor grado hoy en la parroquia colombiana.

Mientras la inteligencia artificial acaba por inundar todo, habrá periodismo leal, ético, esencial al menos los siguientes cincuenta años y sus semillas que para entonces serán viejos la mayoría que no tragaron entero.  Periodismo subordinado, mascota del poder, fundado en antivalores como la militancia ideológica parcializada, es la negación, antítesis y perfidia del oficio de García Márquez y Albert Camus, la profesión del criterio que no acepta engaño y se subordina solo a la misión de salvaguardar la fé pública que es el derecho a la información de todos sin excepción.     

Escrito por Hernando Ayala M Periodista Proceso Sociedad para Todos 30DS.


Twitter @AYALAMELGAREJO Complemento Presunto Podcast sobre el tema ¿Fin de Semana?

1 comentario:

DPS DISNNET PRENSA SOCIAL dijo...

Mala semana para el periodismo colombiano
Por: Cecilia Orozco Tascón
Súmenle a la ignorancia, caudales de dinero, prepotencia y desprecio por este país y por sus periodistas, excepto los dos de su predilección quienes, por cierto, están muy lejos de ser sabios. Añádanle ambición e insensatez y una sensación inmensa de ser, tal vez, no un segundo ni un tercero, no un hijo ni un nieto: alguien con importancia local. Entonces encontrarán en esa ecuación la descripción del nuevo propietario de la revista Semana cuyo pecho se hincha de poder pues, en cuanto aterriza, lo comunican con el presidente, con el expresidente, con el congresista, con el fiscal... Lagartería pura. Comprenderán, así, su desenfoque y, a partir de este, la rápida destrucción-de-valor del bien que adquirió. Todo un logro negativo: en menos de dos años terminó con el tesoro de credibilidad y prestigio que ese medio construyó en 38. Lo pongo en términos de pago para que el personaje pueda entender: como si hubiera comprado una flota de Lamborghinis por la mañana y hubiera ordenado lanzarla, completica, por un barranco, en horas de la tarde. Asombroso. Este hombre, que debería actuar como los banqueros que producen mil billetes por uno que invierten, se hizo a un negocio cuya esencia desconoce y no le interesa conocer porque en su mente infantilizada el dueño siempre tiene la razón del fajo.
Su primera revista impresa, la que deseaba desaparecer prontamente pero que ahora mantendrá porque a mí me da la gana y ahora no les doy gusto y qué, es un desastre periodístico. La portada antiestética, con fondo azul difuminado, marco negro de esquela mortuoria, sin una imagen real o siquiera digital —para entrar en su onda—, con un título del tamaño y sentido del ego del advenedizo: “COMIENZA UNA NUEVA ERA”, así en mayúsculas, seguido de letras y letras; la portada, digo, resultó más anticuada que cualquier otra de la misma revista, hace 20 o 30 años. Compárenla. Si el hipertecnológico editor hubiera tenido a un profesional a su lado, este le habría aconsejado que, en lugar de ERA, escribiera “etapa”, igual idea y más sensata. ¿“Era” geológica como la del Pleistoceno? ¿Cronológica como la romana? ¿O histórica como la de Luis XIV? ¡Vaya confianza! El texto del editorial, en portada, no resiste un mínimo análisis contrastado con la realidad de las páginas del medio de la “nueva era”: difícil encontrar una verdad, ahí, en particular cuando promete “lealtad únicamente con nuestros lectores y nuestra patria”, tal como lo afirmaría, añadiéndole solamente una “e” a “lectores”, el patrón del uribismo, patrón, también, de las estrellas de Semana: consta en sus notas, programas y opiniones que secundan como por oficio los alegatos de los abogados defensores del favorecido. Un desastre, también, la selección de columnistas políticos cuyos intereses personalistas constituyen la antítesis de los analistas que escriben pensando en el bien común. En la entrevista que el programa radial dirigido por Camila Zuluaga le hizo al “dueño”, como habrá de llamársele desde ahora sin más añadidos, tampoco pudimos pillarle una frase sincera. Sus respuestas sonaron, además de despectivas, falsas como una moneda de $350: “Respeto a fulano, a zutano y a perengana, pero en Semana trabajan 500 reporteros más que no son los nombres de siempre”. “A quienes se fueron, nadie los sacó”. “Jamás he intervenido (en la redacción)”. “Semana seguirá siendo un medio equilibrado”.

https://www.elespectador.com/opinion/mala-semana-para-el-periodismo-colombiano/