sábado, 26 de diciembre de 2020

 Aterrizaje 2020     

 ·        Humanidad desnuda en vulnerabilidad total.

   Decolaje 21 incierto con atmósfera gris.

Una mirada didáctica sobre la vuelta al sol 2020 en la contabilidad cronológica de nuestra era, es la llegada de un vuelo a la terminal y la salida lenta del tubo dentro del cual ha sido un viaje en emergencia, turbulencia e incertidumbre de principio al fin del trayecto. Una escala técnica de conexión para pasar a bordo de otro trayecto del viaje por la misma atmósfera con clima adverso.   En la escala cósmica el tiempo no existe y hay que recordar que sus instrumentos contables son una creación herramienta humana para hacer cortes de cuentas, control de gestión.                                                                                                                                                 PODCAST ENLACE 

La especie es muy breve en todo si ampliamos la visión perspectiva de totalidad con el zoom que abarca la noción de cosmos universo. Todo lo que hemos estado en este minúsculo planeta dentro del concierto de las galaxias, es menos de la mitad en el último minuto del faltan cinco pa’ las doce de un año cósmico total, si la medida de todo fueran nuestros instrumentos de temporalidad, calendarios, relojes y cronómetros.

La superstición es otra forma de explicar la realidad 2020 bisiesto, que suponemos en lógica agüerista y cabalística, de año viejo quemado y baños de hierbas, creencias que construyeron todos los imaginarios posibles con focos y nichos de humanidad, tejidos en la diversidad de contextos socio culturales, geografías humanas cada una con su propio Macondo a su medida y necesidad. Cada comunidad ensambla su secuencia de relato que transcurre en tradición de oralidad a través del lenguaje o viaja en formato bíblico con toda la arqueología de sus saberes patrimonio inmaterial. Ensambles de saberes y diversidad, esencia de humanidad.

La magia de la imaginación ha matizado la existencia del género humano en su viaje y permitido expiar y espantar culpas, evadir responsabilidades con el socorrido recurso de la victimización por autocompasión o el cuento de la suerte como otra jugada para quitarse todo el barro posible de encima.  Sacarse lo menos culpable, tapar culpas, aparentar impolutez ante la realidad de bulto, es necesario a la hora de absoluciones y engaños, para seguir el viaje al precio que fuere.

Las 366 rotaciones del globo terráqueo en su eje, dice la evidencia científica, las 52 semanas y doce meses del calendario cumplido, la vuelta al sol, ciclo completo para estrenar inicio, son cuentas humanas para finiquitar el bisiesto año 2020 vivido, que la mayoría prefiere evaluar como azar, suerte, destino predeterminado en lógica de superstición o ajuste de cuentas en cálculo racional de quienes se rigen por la evidencia científica y técnica.

En fría e inhumana estadística, menos de tres diez milésimas de la especie humana, (0,0003) menos de dos millones de vidas se apagaron en los registros del azote llamado covid 19. Un millón setecientos cincuenta mil seres humanos fallecidos.  Mirada cruel en el zoom de la realidad.  Claro, algo tan leve en la estadística inhumana, es un cataclismo cósmico si pasa en nuestro adn familiar nuclear o en pellejo propio pues todo acaba. Gélida, yerta estadística distante si no nos toca en carne propia. Así funcionamos.

2020 quitó velos y bajó paños menores a los humanos, puso a la especie en cueros a reconocerse en su vulnerabilidad natural, esencial. Toda la ficción de presunta omnipotencia instrumentada y ensamblada por el ingenio humano para imponer realidades sistémicas de lucro llamado desarrollo, a través de instrumentos artificiales, burbujas ficticias, ha puesto al margen en exclusión y desventaja a quienes se resisten a jugar el juego en obediencia. Todo el saber ha sido encausado hacia el caudal de cifras ganadoras en el torrente de poder embudo excluyente y exclusivo para la minoría que detenta el control en donde la vida no cuenta, el punto es acumular. Los especuladores y apóstoles de la corrupción, vieron crecer sus metas, el negocio con el pánico del covid.

2020 es un instante de aterrizaje y aún en viaje no hemos salido ni saldremos del tubo del tiempo que queremos imaginar termina en tierra firme, puerto seguro. Ahí seguimos con una única coartada vital, para paliar incertidumbre y vulnerabilidad, únicos presupuestos reales para los más mortales, auto cuidado extremo.   

Dice la especulación circulante que 2020 insufló por incertidumbre y angustia, más conocimiento humano en doce meses, que el acumulado en cien mil años de coexistencia y formación comunitaria de la especie, por cuenta de trabajar encerrados como en las cavernas, atrapados por la inteligencia artificial, ficción esclavitud inoculada por la presunción de confort, seguridad, vida antiviral a costo de retroceso psicosocial y quiebra en salud mental. Todo es artificio humano para controlar y cortar autonomía. Se necesitan rebaños, no individuos incontrolables. El zoom ampliado del mapa de riqueza monetaria concentrada y pobreza extendida, nos deja más desinflados y con pies en barro.

2020 es una algarabía histeria colectiva, que nos pone de bulto en plata blanca, frente al espectáculo del desbalance inhumano de inequidad, exclusión y mayor vulnerabilidad para los más frágiles en protección. Somos breves, leves, con la ilusión de un nuevo calendario, realidad nueva menos miedosa. Sólo ilusión. La esperanza gratuita que no la prestan en ningún banco para cobrarla gota a gota cien veces, es cuidado extremo, auto protección y lucha constante por crear sobrevida. Los depredadores y acumuladores compulsivos obsesivos, seguirán en sociopatía inmisericorde, caiga quien caiga.

Adelante 2021, lo que ha de ser fuera de nuestro alcance, sea. El único extremo aceptable es el autocuidado sin límites. Abrazo de humanidad.    PODCAST ENLACE  


Escrito por Hernando Ayala M Periodista Proceso Sociedad para Todos 30DS.

 

 

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